ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE.
Por JennydelaFuenteDesde que nació sorprendió a su médico. Casi al ver el mundo, todos se dieron cuenta que tenía una desfiguración en su espina dorsal. La madre no pronunció una palabra pero de igual modo no quiso alimentarlo. Hubo una junta médica en emergencia para analizar el caso, que no tenía buen presagio y finalmente un cirujano neurólogo se arriesgó a responsabilizarse de la operación. Cuanto más pronto mejor.
En una semana ya estaría operado de ese horrible tumor a todo lo largo de su espalda, que más que eso, parecía una cruz que llevaría toda su vida. La madre fue avisada y sin decir palabra al día siguiente se confundió con los visitantes y huyó del hospital, dejando “aquello detrás” como alma que lleva el diablo.
La cirugía fue un éxito. Al correr de los días ningún pariente reclamo al bebé. Sus ojitos reflejaban una profunda tristeza. Casi al pasar los tres meses, el mismo cirujano que lo salvó de la muerte decidió adoptarlo. Arregló todos sus papeles como tal. Lo acogió como un padre en su regazo prometiéndose el mismo cuidar de él hasta que le alcanzaran los años de vida.
Krisis, fue el nombre de adopción y de bautizo a la usanza judía para seguir la tradición al igual que su padre no biológico, el Dr. Ulmazi. Los tiempos se sucedieron rápidamente y Krisis decidió seguir los pasos del Dr. Ulmazi en una incontrolable inclinación hacia la medicina. Se destacó muchísimo por sus dotes increíbles para curar lo incurable. También era cirujano general. Lo único que le estorbaba era su cicatriz prominente a lo largo de su espalda. No la podía remover por miedo a los nervios centrales y tuvo que vivir con eso, pero para cumplimentar su vida se dedicó a salvar muchas vidas, adquiriendo gran renombre.
Todos recuerdan cuando llegó sangrando una mujer ya entrada en años, un día cualquiera como otro día….nada especial. El caso era muy grave. Todos estaban esperando instrucciones del médico de guardia y estaban conmovidos por el llanto incesante de la paciente.
Krisis Ulmazi, estaba en su casa saboreando un rico té. De momento sintió una presión en su pecho tan fuerte, que tuvo que respirar muy profundo y serenarse para poder respirar.
Ningún síntoma le había aquejado nunca, pero ésta vez se dirigió hasta el mismo hospital en que trabajaba. Entró por aquellas puertas y se le comunico el caso de la paciente. Sin acordarse de su dolor, decidió hacerse cargo. Al verlo, aquella mujer se transformó por completo. Su rostro perdió el color, sus latidos comenzaron a acelerarse….finalmente pudieron estabilizarla y logró dormir toda la noche. El Dr. Krisis estuvo cerca todo el tiempo velando su sueño y valorando todos los laboratorios y pruebas de la enferma.
Al amanecer, la paciente conversó con él pero lo seguía mirando fijamente. No pudo más, casi tartamudeando y le preguntó su edad
El Dr. Krisis, lo le prestó mucha atención a la pregunta y decidió auscultarla de nuevo Con un suave ademán ella deslizó su mano hasta su espalda descubriendo al tacto aquella cicatriz que marcó la diferencia entre la vida y la muerte de aquel galeno tan dedicado. Con algún sobresalto el médico terminó de auscultarla retirando su mano de la espalda y la miró fijamente.
- Usted debe de estar calmada. Hay que reemplazarle el corazón. Depende de cómo responda antes o después podrá vivir.
Al día siguiente todo estaba listo, ella se despidió. Acercó su mejilla a la de su médico y musitó:
- Gracias hijo mío, este es mi único beso, aquí te entrego mi vida.
Krisis Ulmazi nunca creyó que aquellas palabras tuvieran alguna trascendencia, pero sin embargo, sintió un pesar profundo por aquella mujer. Por circunstancias de urgencia, no pudo ejecutar la operación a la extraña paciente, que estuvo a cargo de otro team médico.
Solamente pudo revivir dos o tres días después del post operatorio, cuando el Dr. Krisis volvió a verla había fallecido. Revisando sus papeles supo que había tenido un varón en aquel mismo hospital, y que había nacido con deformidad en la espalda de origen maligno y tumoroso.
Esa coincidencia le llevó a comentarlo con su padre el Dr. Ulmazi, que acariciando su barbilla y mirando a su hijo Krisis y cerrando sus ojos de sabio solo respondió:
- No pienses más, no todos los que tienen un mal corazón soportan otro mejor….la ciencia no es coincidencia hijo mío….las causas profundas pertenecen a una dimensión no explorada. Pero algo te digo: antes de partir todo vuelve a sus orígenes, aún sea por breves minutos.
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