lunes, 14 de julio de 2014

EL HERRERO.

   
            Fué en Mayo cuando despertaron las rosas durmientes durante inviernos.,y el curso de las aguas casi heladas volvían llenas de vida, los pájaros de todo el bosque tañían un himno nuevo revoloteando sus alas agradeciendo el existir.
    De lejos al caminar un poco por el sendero que a diario recorría,enfangados mis pies de niño pobre,pero firme en mis manos la cesta de saco,hasta su destino.Al final, estaba allí parado observando la maravilla del fuego dando formas a rejas,de mil ornamentos..las chispas anaranjadas saltaban caprichosas a todos los lugares,pero el brazo firme del herrero la sostenía con fuerza casi con orgullo ,doblegando los fierros hasta lograr su obra maestra.
   Aquel día había arrancado algunos tallos de flores de lavanda, con su perfume podrían revelarse en cualquier estancia...fantástica combinación: perfume y fuego.
   En eso,levantó su cabeza casi roja por el calor de la fogata ,su rostro como montaña imponente donde resbalaban ríos de sudor se volvió de miel,
y aquellos ojos fijos y resueltos para forjar acero,me sonrieron con una ternura inefable.
   Aquí padre le dije:- algo de comer para que sea fuerte,y perfume de lavandas para alegrarle el día.
  Dejándolo todo a un lado, vino hacia mí me abrió los brazos y sentí la gloria del cielo dentro de mis huesos.
Le miré,susurrándole:- descanse un poco,
vamos a casa que por ahí dicen que hoy es el día
de los que siempre trabajan.
   Asombrado, despues de saborear su bocado del cual compartí solo un poco..recogió sus enseres  silbando una melodía  me brindó su mano dura fuerte, y muy juntos  nos fuimos a casa por el camino lleno de flamboyanes.