jueves, 12 de diciembre de 2013


Por Jenny de la Fuente
Soy lo que te sigue a todas partes como parte de tu carne, entremezclado con cada uno de tus pasajes vívidos de carnales apetitos, allí donde ni tú sabes estoy yo.
 Si te sientes santificado, pensando que los ángeles aleteando están a tus órdenes, tu desencanto es seguro.   Desde los olores más pútridos de tus sentidos estoy yo, agazapándome  en cada repliegue de tu personalidad ficticia, viendo como el deseo te consume, como divagas en tu infelicidad cubierta.....recordándote que la imaginación flota por los aires y aún más, alguien más fuerte, sensible....a la caza, la estruja en sus manos.
   Tus adentros como ecos, cambian de brillo cada minuto. Sabes que no estás igual. Poco a poco pierdes tu control, dejas de leer, detienes la mirada en ningún lado, con temor quisieras planear algo......sin arriesgar nada.
 Orando a vírgenes sordas, dioses profanos todo un ritmo neoclásico sin recibir respuestas estás enervándote los sentidos.  Deseando, tus nudillos rechinan día por día ,  tu cobardía se va diluyendo, vas cogiendo fuerza.....allí estoy yo, observando tu transformación, cómo dejas tu piel de culebra, tu literatura santificada sobre papel antiguo.
Lentamente sin miradas de perdón ni súplicas al Altísimo, te recreas en tu imaginación y  allí sencillamente no eres nadie: más bien otra criatura embriagada de lo prohibido, llameando como un diablo, encendido como antorcha de guerra contigo mismo, Así, sigue pensando... aquí estoy yo, dentro de tu sangre a través de tus deseos.
  Vete al bosque, donde las aguas rompen las rocas una y otra vez, formando una cortina eterna con el cielo de techo, inalterable. Sin esperarlo, plasmada en una visión casi real, allí yace su cuerpo bañado por las aguas que reposan sobre su figura nacarada, selecta y deseada. Yo dentro de tu sangre, sintiendo tus latidos....ordenándote que desordenadamente, quiebres tu cuerpo desnudo sobre la frágil figura.
Casi al mismo compás del viento, cae tu sotana, negra como tus ideas.......acercándote sin sigilo como dueño, tu instinto varonil desflora , penetra....sin desenfado, a propósito de todas tus caricias....el agua caprichosa va subiendo, tapando tu masculinidad, tu piel caprichosa, tu instinto que es un látigo inflexible siempre presente, reposa.
Miras, al cielo sin respuestas, en derredor no encuentras nada, un algo que sin duda fue un vestido, es entonces cuando tiemblas de terror; será o nunca fue....¿qué sucedió?.
    Al día siguiente en la capilla alguien envió un ramo de rosas inmenso como la libertad de un preso. Solo decía: "Padre, me has dado el perdón de todos mis deseos,  llevándote  mi culpa".  Sonriendo, miró  los querubines del altar. Ellos también comprendían. Parecía que reían..... Hasta yo, que estuve allí en mi misión eterna. Tu sangre rejuvenecía, tu interior se inflamó de esperanzas, empacaste tus enseres, atrás quedó tu sotana y un hombre con una Fe genuina, alzo sus brazos al viento.

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