La llave del siniestro
Por Jenny dela Fuente
De que los hay, los hay. Para sacarme de mi aburrimiento de viejo retirado, mi amigo el detective Esperón, se ha atrevido a buscarme en mi guarida de la calle Pepitas Verdes 56, al Sur de mi Provincia. Como diríamos, moverse a mi edad, viudo y con mi casa tan cómoda como pequeña, es casi una crueldad mental. Comenzando… he tenido que limpiar mis viejas maletas de cuero e incluso la de mi gato, que para empezar no tiene nombre. El responde a cualquiera que le diga algo y así es mejor para los dos. No le doy el gusto de ser desobediente, ni yo, tengo que memorizar nada, todos deberían hacer igual. Los nombres atan a la gente a personalidades ya previstas, como condenas espaciales...si no tuviéramos un nombre sería mucho mejor.
Por mi nombre, es que todos me tienen encasillado, como si fuese un curiel de laboratorio y se supone que por ese mismo nombre adquirido con los tiempos de investigación en la Criminología deben esperar que sean mis veredictos sin fallas como la Biblia, que finalmente nadie entiende y todos la interpretan a su forma de ver la vida.
Ni esperes que voy a detallarte donde vivo, eso de decir que tu pueblo es el más bello, rodeado de bosques verdes, lagos y ríos de paisaje está muy gastado. Imagínatelo como un lugar donde te sientes acorde a la natura, sin vecinos de mal genio..ni bandidos declarados.
Mi amigo Esperón llegará de un momento a otro. Por supuesto llevaré a mi gato, pero antes entraremos a comer a la fonda del Gordo Pimienta, que está a la salida del pueblo y desde siempre la he preferido. Su sazón parece hecho de magia, y él ha logrado darle la mala a las cucarachas, las ratas y todo lo que me jode..Por eso voy.
El decorado no me importa, pero eso sí, mientras las butacas sean fuertes, los platos y cubiertos bien lavados, no hay problema. De todas formas con tantos viajes que he hecho en mi vida , adquirí la costumbre de andar con mi propio vaso plegable..Hasta tengo dos, serán cosas de viejo, pero son parte del equipaje.
El gato está listo, pude bañarlo y cepillarlo. Yo también estoy de copete y a eso de las seis después de esperar una hora y media apareció mi amigo Esperón como si viviera sin reloj por ésta vida.
Comimos algo de carne guisada con entrantes de jamoneta y queso, alguno que otro pepinillo y por supuesto bebimos más de la botella de manzanilla. Había algo de nieve todavía y nos vino de rechupete porque nos sentíamos muy cómodos, sin calor y sin sudar ante aquellos manjares. Tenía dinero por supuesto, pero la única forma de vengarme por el retraso era cañonearle a Esperón toda la cuenta, así, me sentiría mejor.
Los humanos siempre tenemos una cajita escondida que se llama venganza, que por pequeña que sea, puede guardar lo inimaginable, Es por eso que decidí estudiar Criminología y trabajar arduamente en conocer al ser humano y sus planes más recónditos dentro de la mente, a veces dañada por el miedo, el horror o la misma venganza de la que hablamos.
La mitad del camino manejamos cada cual y por ende tuvimos tiempo para comentar de éste caso que requería mi ayuda, y que por supuesto no os lo voy a contar por qué pues porque no me da la gana.... para mí es otro más , para ustedes es solo un cuento, un invento, o quién sabe.
Llegamos a Provincia. Buscamos un buen parqueo en el Aeropuerto y con todos nuestros bultos incluyendo a mi gato, partimos hasta la salita de espera. Finalmente, al punto de dormirme, el vuelo que nos llevaría hacia otro lugar estaba listo. Se formó la fila, mi gato iba de porque sí, dentro de mi ancho y grueso gabán ¿quién lo habría de descubrir? También las credenciales de policía ayudaron a las mil maravillas.
Qué manera de subir este jodido avión Vamos hacia donde los crímenes son más interesantes, donde hay puentes, nieblas y humedad en las calles. Sitios en los que se toma el té a las cinco y te engulles dos o tres galletitas. Ohh Siempre las formalidades...otra cosa a las que nos hemos amarrados como burros en carreta.
El viajecito le zumba: casi tres horas volando, y el gato con ganas de hacer pí. Yo también tenía la vejiga a punto de reventar así que fuimos los dos al baño. El gato escondido y yo al descubierto. Pasado unos minutos él resolvió su problema, y yo también. Me lavé las manos como buen detective y volví a sentarme al lado de Esperón, que estudiaba minuciosamente el mapa del crimen, el barrio y todo en general.
Me señalaba lo mejor y de reojo, ya me imaginaba, embarrándome de lodo, ahondándome en un canal hasta las rodillas o rompiendo un mueble para encontrar un papel o documento, una huella, una carta..lo que fuese. Cuando la gente mata a alguien, la mente se cubre de un velo que es como un sopor...de gusto, de venganza o de lo que sea y la mayoría de las veces, bajo ésta influencia, algún detalle se pierde, pequeño...como un pelo, un botón, un lapicero una caja de cerillos...quizás un vaso.
Como si fuera una profecía, sí mismo fue. Después de llegar al Hotel y desempacar, mi gato pudo comer su comida enlatada y agua. Sin demoras nos presentamos a las autoridades, dirigiéndonos a la casita donde el suceso tenía bajo el temor a los vecinos, que elegantemente, por cierto, ocultaban sus sospechas. Eso no es nuevo, aunque oigan berrear a un chivo de madrugada, nunca nadie oyó nada...es casi normal, nunca me guio por la gente, nadie quiere ser el próximo, “que se joda el detective, para eso le pagan”.
De casita nada. Era algo complicado, por sobre todo por sus muchos arbustos. Una vez adentro me llamo mucho la atención una vieja narizona flaca como un lápiz y su esposo el jardinero, con tipo de oso. Solo abrían los ojos pero no la boca. Solo sabían que la joven de la casa tenía un novio, sus padres estaban viajando y que pronto se graduaría en la mejor Universidad de la región. Era algo natural..todos estudian algo, después viven de otra cosa, pero es "por el por si acaso", por ese miedo a no ser nada.
La vecina a cuadra y media sabía más que los mismos criados. La confidencialidad garantizaba un empleo de por vida, eran de la servidumbre desde hacía más de una década y media..Privilegio que nadie perdería.
Penetramos por todos los rincones, revolvimos el lugar patas arriba, compilando pruebas de todo tipo que de un primer momento no pude determinar si eran concluyentes o no. Al marcharnos, escuchamos un gruñido algo extraño pero sin llegar a conclusiones, cerramos el día.
Al entrar en la Sección Forense del Hospital, vimos el cuerpo de la joven, a la que llamaremos Carmela, para encubrir su identidad. Era una joven de apariencia saludable y salvo unas profundas heridas en el cuello, que parecían de garras, todo parecía bien, aunque sus genitales, según los exámenes parecían desgarrados. Todos podíamos pensar en un forcejeo "pre mortem".
El novio fue entrevistado muchas veces y no podía moverse de aquel lugar excepto solo al trabajo y actividades necesarias. Tania escolta en la puerta de su casa y seguridad por todas partes. A pesar de su inocencia confesadas mil veces, era un sospechoso de cuidado según los demás.
Al otro día, sin prisa alguna, volví a la casa del hecho con mi amigo Esperón. Esta vez me dediqué a revisar la habitación de la joven y su salita de estudio. Nadie había encontrado nada antes, cosa que no me extrañaba, pero, después de estar casi tres horas leyendo cartas, documentos, abriendo libros, pasando de un lado para otro, decidí sentarme un momento. Antes, sacudí el almohadón de la butaca y un ligero ruido metálico salió a flote desde la guata. No se notaba nada extraño quizás por la cantidad de relleno del cojín pero me decidí a abrirlo de un tirón y encontré una llave grande envuelta en un fino pañuelo de hilo.
Sin decir nada, hablé con mi amigo Esperón del hallazgo y nos dirigimos al laboratorio, con intención de investigar huellas. En dos días, tuvimos los resultados. Había huellas de la joven en la llave, solo de ella.
Ahora, mi pregunta era descubrir ¿que abría aquella llave...?.
Los padres de la joven viajaron desde ultramar con la noticia del asesinato. Se les informó de todo, pero no del final. Total ¿para qué? Yo ya había cumplido con ayudar a mi amigo. Me decidía a regresar a mi hogar con mi gato y estos finales de acuerdo como gira el mundo. Nada asusta a nadie, mucho menos el asombro. El final se lo dejaba a Esperón mi amigo incondicional......nadie nunca podrá llegar a los principios de nuestra mente, ni a las reacciones del ser humano.
¿Se imagina ustedes a una joven preciosa, asesinada por su mascota?, claro que no!!!, pero si la mascota era un mono enjaulado casi todo el tiempo...que dirían?, quién es el culpable? la víctima o el victimario?.
De que los hay, los hay. Para sacarme de mi aburrimiento de viejo retirado, mi amigo el detective Esperón, se ha atrevido a buscarme en mi guarida de la calle Pepitas Verdes 56, al Sur de mi Provincia. Como diríamos, moverse a mi edad, viudo y con mi casa tan cómoda como pequeña, es casi una crueldad mental. Comenzando… he tenido que limpiar mis viejas maletas de cuero e incluso la de mi gato, que para empezar no tiene nombre. El responde a cualquiera que le diga algo y así es mejor para los dos. No le doy el gusto de ser desobediente, ni yo, tengo que memorizar nada, todos deberían hacer igual. Los nombres atan a la gente a personalidades ya previstas, como condenas espaciales...si no tuviéramos un nombre sería mucho mejor.
Por mi nombre, es que todos me tienen encasillado, como si fuese un curiel de laboratorio y se supone que por ese mismo nombre adquirido con los tiempos de investigación en la Criminología deben esperar que sean mis veredictos sin fallas como la Biblia, que finalmente nadie entiende y todos la interpretan a su forma de ver la vida.
Ni esperes que voy a detallarte donde vivo, eso de decir que tu pueblo es el más bello, rodeado de bosques verdes, lagos y ríos de paisaje está muy gastado. Imagínatelo como un lugar donde te sientes acorde a la natura, sin vecinos de mal genio..ni bandidos declarados.
Mi amigo Esperón llegará de un momento a otro. Por supuesto llevaré a mi gato, pero antes entraremos a comer a la fonda del Gordo Pimienta, que está a la salida del pueblo y desde siempre la he preferido. Su sazón parece hecho de magia, y él ha logrado darle la mala a las cucarachas, las ratas y todo lo que me jode..Por eso voy.
El decorado no me importa, pero eso sí, mientras las butacas sean fuertes, los platos y cubiertos bien lavados, no hay problema. De todas formas con tantos viajes que he hecho en mi vida , adquirí la costumbre de andar con mi propio vaso plegable..Hasta tengo dos, serán cosas de viejo, pero son parte del equipaje.
El gato está listo, pude bañarlo y cepillarlo. Yo también estoy de copete y a eso de las seis después de esperar una hora y media apareció mi amigo Esperón como si viviera sin reloj por ésta vida.
Comimos algo de carne guisada con entrantes de jamoneta y queso, alguno que otro pepinillo y por supuesto bebimos más de la botella de manzanilla. Había algo de nieve todavía y nos vino de rechupete porque nos sentíamos muy cómodos, sin calor y sin sudar ante aquellos manjares. Tenía dinero por supuesto, pero la única forma de vengarme por el retraso era cañonearle a Esperón toda la cuenta, así, me sentiría mejor.
Los humanos siempre tenemos una cajita escondida que se llama venganza, que por pequeña que sea, puede guardar lo inimaginable, Es por eso que decidí estudiar Criminología y trabajar arduamente en conocer al ser humano y sus planes más recónditos dentro de la mente, a veces dañada por el miedo, el horror o la misma venganza de la que hablamos.
La mitad del camino manejamos cada cual y por ende tuvimos tiempo para comentar de éste caso que requería mi ayuda, y que por supuesto no os lo voy a contar por qué pues porque no me da la gana.... para mí es otro más , para ustedes es solo un cuento, un invento, o quién sabe.
Llegamos a Provincia. Buscamos un buen parqueo en el Aeropuerto y con todos nuestros bultos incluyendo a mi gato, partimos hasta la salita de espera. Finalmente, al punto de dormirme, el vuelo que nos llevaría hacia otro lugar estaba listo. Se formó la fila, mi gato iba de porque sí, dentro de mi ancho y grueso gabán ¿quién lo habría de descubrir? También las credenciales de policía ayudaron a las mil maravillas.
Qué manera de subir este jodido avión Vamos hacia donde los crímenes son más interesantes, donde hay puentes, nieblas y humedad en las calles. Sitios en los que se toma el té a las cinco y te engulles dos o tres galletitas. Ohh Siempre las formalidades...otra cosa a las que nos hemos amarrados como burros en carreta.
El viajecito le zumba: casi tres horas volando, y el gato con ganas de hacer pí. Yo también tenía la vejiga a punto de reventar así que fuimos los dos al baño. El gato escondido y yo al descubierto. Pasado unos minutos él resolvió su problema, y yo también. Me lavé las manos como buen detective y volví a sentarme al lado de Esperón, que estudiaba minuciosamente el mapa del crimen, el barrio y todo en general.
Me señalaba lo mejor y de reojo, ya me imaginaba, embarrándome de lodo, ahondándome en un canal hasta las rodillas o rompiendo un mueble para encontrar un papel o documento, una huella, una carta..lo que fuese. Cuando la gente mata a alguien, la mente se cubre de un velo que es como un sopor...de gusto, de venganza o de lo que sea y la mayoría de las veces, bajo ésta influencia, algún detalle se pierde, pequeño...como un pelo, un botón, un lapicero una caja de cerillos...quizás un vaso.
Como si fuera una profecía, sí mismo fue. Después de llegar al Hotel y desempacar, mi gato pudo comer su comida enlatada y agua. Sin demoras nos presentamos a las autoridades, dirigiéndonos a la casita donde el suceso tenía bajo el temor a los vecinos, que elegantemente, por cierto, ocultaban sus sospechas. Eso no es nuevo, aunque oigan berrear a un chivo de madrugada, nunca nadie oyó nada...es casi normal, nunca me guio por la gente, nadie quiere ser el próximo, “que se joda el detective, para eso le pagan”.
De casita nada. Era algo complicado, por sobre todo por sus muchos arbustos. Una vez adentro me llamo mucho la atención una vieja narizona flaca como un lápiz y su esposo el jardinero, con tipo de oso. Solo abrían los ojos pero no la boca. Solo sabían que la joven de la casa tenía un novio, sus padres estaban viajando y que pronto se graduaría en la mejor Universidad de la región. Era algo natural..todos estudian algo, después viven de otra cosa, pero es "por el por si acaso", por ese miedo a no ser nada.
La vecina a cuadra y media sabía más que los mismos criados. La confidencialidad garantizaba un empleo de por vida, eran de la servidumbre desde hacía más de una década y media..Privilegio que nadie perdería.
Penetramos por todos los rincones, revolvimos el lugar patas arriba, compilando pruebas de todo tipo que de un primer momento no pude determinar si eran concluyentes o no. Al marcharnos, escuchamos un gruñido algo extraño pero sin llegar a conclusiones, cerramos el día.
Al entrar en la Sección Forense del Hospital, vimos el cuerpo de la joven, a la que llamaremos Carmela, para encubrir su identidad. Era una joven de apariencia saludable y salvo unas profundas heridas en el cuello, que parecían de garras, todo parecía bien, aunque sus genitales, según los exámenes parecían desgarrados. Todos podíamos pensar en un forcejeo "pre mortem".
El novio fue entrevistado muchas veces y no podía moverse de aquel lugar excepto solo al trabajo y actividades necesarias. Tania escolta en la puerta de su casa y seguridad por todas partes. A pesar de su inocencia confesadas mil veces, era un sospechoso de cuidado según los demás.
Al otro día, sin prisa alguna, volví a la casa del hecho con mi amigo Esperón. Esta vez me dediqué a revisar la habitación de la joven y su salita de estudio. Nadie había encontrado nada antes, cosa que no me extrañaba, pero, después de estar casi tres horas leyendo cartas, documentos, abriendo libros, pasando de un lado para otro, decidí sentarme un momento. Antes, sacudí el almohadón de la butaca y un ligero ruido metálico salió a flote desde la guata. No se notaba nada extraño quizás por la cantidad de relleno del cojín pero me decidí a abrirlo de un tirón y encontré una llave grande envuelta en un fino pañuelo de hilo.
Sin decir nada, hablé con mi amigo Esperón del hallazgo y nos dirigimos al laboratorio, con intención de investigar huellas. En dos días, tuvimos los resultados. Había huellas de la joven en la llave, solo de ella.
Ahora, mi pregunta era descubrir ¿que abría aquella llave...?.
Los padres de la joven viajaron desde ultramar con la noticia del asesinato. Se les informó de todo, pero no del final. Total ¿para qué? Yo ya había cumplido con ayudar a mi amigo. Me decidía a regresar a mi hogar con mi gato y estos finales de acuerdo como gira el mundo. Nada asusta a nadie, mucho menos el asombro. El final se lo dejaba a Esperón mi amigo incondicional......nadie nunca podrá llegar a los principios de nuestra mente, ni a las reacciones del ser humano.
¿Se imagina ustedes a una joven preciosa, asesinada por su mascota?, claro que no!!!, pero si la mascota era un mono enjaulado casi todo el tiempo...que dirían?, quién es el culpable? la víctima o el victimario?.
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