TRANSFORMACIÓN
Cuento corto de Jenny dela Fuente
Bajaba y subía, aquellas condenadas escaleras que no tenían final. El individuo no llegaba y mi cuerpo no podía resistir. Sudaba con ganas, empezaron los temblores de mis manos.
Tomé un buche de café con coñac del bueno y funcionó durante un buen tiempo....pero no era lo mismo. Ese navegar por los intrincados recuerdos, viendo y viviendo fantasmas que poco a poco eran amigos, el vaivén del sopor donde todos somos iguales, era, en una palabra, incomparable. Tratando de asistirme en medio de mi crisis, le toqué a Florinda, una “pájara” amiga mía que en otras ocasiones había alimentado mi espíritu con mutuas lágrimas, un poco de ron malo y al final, un pan viejo con pedazos de carne. Era pobre pero su casa era un corazón abierto al dolor de cualquiera. Ya viejo, sin pelo donde ajustar su peluca color canela, se conformaba con mostrarme las fotos de su amante fallecido hace más de 20 años.
Se abrió su puerta a medias. Estaba en sesión de ayuda, consultando con las cartas y no pudo atenderme, pero siempre me facilito más dinero para comprar "algo" y con su sentido del humor que tienen los sepultureros, cerró suavemente.
A lo lejos, se acercaba con pasos de grillo, el comerciante de talcos especiales, pero traía algo en sus brazos. Respiré más calmada esperándolo dentro de la escalera de aquel edificio grisáceo, con un solo bombillo de luz, y cinco pisos que subíamos con el cansancio del hastiado y bajábamos con la esperanza del libre.
Llegó Pasiflora, como le llamaban, con su solución polvorina..Pero no sin antes advertirme
- Fina, tú me conoces de años, estoy en un aprieto...ando solo, no vivo en lugar fijo y un cliente “desenfrenao”, de los viejos...tu sabes, de los que nunca fallan, me sale con que no tenía dinero. Me ha pagado con el bebé que su hija le dejó, cuando fue de viaje y con tan mala suerte que la mataron en New York, allí con el cráneo hecho papilla. Salió en primera plana.
Hizo una breve pausa, miro al techo y siguió su descarga:- “El marido no es el padre del bebé, sencillamente lo trajo, y se fue. El abuelo es un anciano adicto a la heroína....me pago con el niño, si tu lo cuidas, te prometo que nunca te faltará el polvo.
Le extendí el dinero y el de Florinda y no sé qué ocurrió, que alcancé a retener el bebé con mis cansados brazos.
Entré en mi cuarto, y cambié mis sábanas limpié todo, abrí las ventanas. Giré sin saberlo y me detuve a observar su tersura, su rostro de ángel y solo pude atinar a apretarlo contra mi pecho vacío y lloré tanto esa maldita amargura. Las lagrimas terminaron hasta sentirme renovada.
Transcurrido muchos años, desde que me dijo: ¿Mami tu me quieres?
Penetré sus ojos de inocencia solté una verdad desde el fondo de mi alma:
--Si. Si te quiero. Eres mi mundo. Por eso tu nombre es Ángel
Solo recuerdo que lo bese demasiado en aquel instante. Luego pude llevarlo hacia su Escuela y nos dijimos adiós
Seguí mi camino cotidiano, logré terminar mis estudios. Hoy, donde trabajo de Supervisora de enfermeras, reconocí el cadáver de Pasiflora, su hijo mayor recogió su cadáver.
Nadie hubiese pensado que ese muerto ocultaba tanta historia, tantas vidas cubiertas por un polvo maldito, tanta tristeza.
Sin embargo los "milagros andan sueltos".....para cambiarte la Vida.
Bajaba y subía, aquellas condenadas escaleras que no tenían final. El individuo no llegaba y mi cuerpo no podía resistir. Sudaba con ganas, empezaron los temblores de mis manos.
Tomé un buche de café con coñac del bueno y funcionó durante un buen tiempo....pero no era lo mismo. Ese navegar por los intrincados recuerdos, viendo y viviendo fantasmas que poco a poco eran amigos, el vaivén del sopor donde todos somos iguales, era, en una palabra, incomparable. Tratando de asistirme en medio de mi crisis, le toqué a Florinda, una “pájara” amiga mía que en otras ocasiones había alimentado mi espíritu con mutuas lágrimas, un poco de ron malo y al final, un pan viejo con pedazos de carne. Era pobre pero su casa era un corazón abierto al dolor de cualquiera. Ya viejo, sin pelo donde ajustar su peluca color canela, se conformaba con mostrarme las fotos de su amante fallecido hace más de 20 años.
Se abrió su puerta a medias. Estaba en sesión de ayuda, consultando con las cartas y no pudo atenderme, pero siempre me facilito más dinero para comprar "algo" y con su sentido del humor que tienen los sepultureros, cerró suavemente.
A lo lejos, se acercaba con pasos de grillo, el comerciante de talcos especiales, pero traía algo en sus brazos. Respiré más calmada esperándolo dentro de la escalera de aquel edificio grisáceo, con un solo bombillo de luz, y cinco pisos que subíamos con el cansancio del hastiado y bajábamos con la esperanza del libre.
Llegó Pasiflora, como le llamaban, con su solución polvorina..Pero no sin antes advertirme
- Fina, tú me conoces de años, estoy en un aprieto...ando solo, no vivo en lugar fijo y un cliente “desenfrenao”, de los viejos...tu sabes, de los que nunca fallan, me sale con que no tenía dinero. Me ha pagado con el bebé que su hija le dejó, cuando fue de viaje y con tan mala suerte que la mataron en New York, allí con el cráneo hecho papilla. Salió en primera plana.
Hizo una breve pausa, miro al techo y siguió su descarga:- “El marido no es el padre del bebé, sencillamente lo trajo, y se fue. El abuelo es un anciano adicto a la heroína....me pago con el niño, si tu lo cuidas, te prometo que nunca te faltará el polvo.
Le extendí el dinero y el de Florinda y no sé qué ocurrió, que alcancé a retener el bebé con mis cansados brazos.
Entré en mi cuarto, y cambié mis sábanas limpié todo, abrí las ventanas. Giré sin saberlo y me detuve a observar su tersura, su rostro de ángel y solo pude atinar a apretarlo contra mi pecho vacío y lloré tanto esa maldita amargura. Las lagrimas terminaron hasta sentirme renovada.
Transcurrido muchos años, desde que me dijo: ¿Mami tu me quieres?
Penetré sus ojos de inocencia solté una verdad desde el fondo de mi alma:
--Si. Si te quiero. Eres mi mundo. Por eso tu nombre es Ángel
Solo recuerdo que lo bese demasiado en aquel instante. Luego pude llevarlo hacia su Escuela y nos dijimos adiós
Seguí mi camino cotidiano, logré terminar mis estudios. Hoy, donde trabajo de Supervisora de enfermeras, reconocí el cadáver de Pasiflora, su hijo mayor recogió su cadáver.
Nadie hubiese pensado que ese muerto ocultaba tanta historia, tantas vidas cubiertas por un polvo maldito, tanta tristeza.
Sin embargo los "milagros andan sueltos".....para cambiarte la Vida.
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