jueves, 12 de diciembre de 2013


Por Jenny DelaFuente

Como no me iba a recordar de todas las advertencias!!!!.
-  Ten cautela y usa tu buen juicio, dónde piensas ir es una ciudad peligrosa.....
  No me importó nada...había llegado para quedarme,con todos los riesgos y poniendo aun más, mi tiempo,mi vida ,unos pocos ahorros. Necesitaba cambiar de espacio, gentes y suspiros. Me ahogan los pesimistas, es como tener sobre la espalda un elefante grande que no quieres cargar, no acepto ni siquiera la idea que la vida pudiera ser peor de lo que ya era.
En fin, me largé sin despedidas para evitar encuentros y desencuentros. Hasta hicieron una fiesta para despedirme aquellos "íntimos buitres" que acechaban mi destino desde el comienzo. Uno de los sentimientos incurables es la envidia. Todos hemos sufrido sus zarpazos en alguna forma,es algo que no se puede evitar, como la lluvia..pero de la envidia no llueve nada corroe al que la lleva , un veneno letal que no los deja vivir.
Hurgando todos los titulares, me detuve ..había encontrado un lugarcito para instalarme. Me dispuse a inspeccionar mi próxima "cueva", donde podría planificar todas las lineas a seguir. Ni el adivino mas solicitado alcanzaría a suponer que viviría allí. Era un estudio grande para una persona solitaria con  muebles modernos, no tenia cocina, solo baño y  regadera, dividido de la sala-cuarto por un simpático panel de cristal nevado. También un sofá cama y escritorio, teléfono y nada mas .Suficiente para instalarme con poca ropa y a vivir mi vida.
Aboné casi un año de renta. Era de precio razonable. Lo ordené y me dispuse a instalar mi laptop, siempre usando la internet del edificio contiguo que tenìa su señal abierta. Pobres.  Esas travesuras no eran de mucha importancia y localicé la calle, la tienda, y todos los sitios que frecuentaban. Había que hacer todo lo pertinente , el tiempo era oro.
Al día siguiente iría a recorrerlo todo. Ahora debía estar conmigo, a solas, reflexionando,  rumiando mis pasos con certeza de buen tirador. Mis grandes victorias eran siempre maquinadas en mi soledad y Yo solamente en el papel protagónico.
Casi de media mañana pude dejar "mi cueva" y allí me dirigí
- Se encuentra el dueño?....el Senor Trandeumond?- pregunte a la viejecita aquella, sombría y tristona.y me  dice:- "Mi señor vendrá en unas horas, puede volver mas tarde si gusta.
Enfoqué sin sobrepasar los límites y ni traza de este tipo. Decidí retornar a las 4 horas al comienzo del atardecer. No dejé mi nombre, ni mensajes pues  esto podría asustar. Los encuentros "sorpresa" me encantaban.
Grabé  en  mi  mente aquella calle pequeña y angosta sin importancia, donde casi todas las ventanas estaban cerradas y tan siquiera un comercio. Un gato,algo vivo y caminando, me recordaba cuando tuve que esconderme en Italia. Entonces era más joven y tenia mas valentía pero no tanta astucia.
El reloj ya había tragado todo el tiempo disponible,como  fantasma hambriento de nuestro destino. Volví y zaas!!! allí estaba Trandeumond, un poco mas gordo, pero sin cambiar su mirada inexorable ,inexpresiva escondiendo lo mejor o lo peor.
...-Oh!!!maravillosa visión,  ¿cuándo has llegado?.  Después de un abrazo innecesario señalé con prisa, que había  viajado para lo mismo.
-Dame lo de siempre o lo depositas en mi caja del correo central, pero que sea rápido, no mas de dos días.
...-Correcto allí estará,como siempre. Ya sabes que conozco mi trabajo.No olvidaré ningún detalle. Creo que esta vez he llegado a sobrepasar mis cualidades.
Me retiré caminando lentamente, mirando el cielo grisaceo que adivinaba granizo. Esa sensación de  nieve por mi rostro siempre me gustó. Era como una mano suave acariciadora. Saliendo del barrio,proseguí divisando una taberna callada,donde encontré un buen whisky escoces..hm..al fin.
Recordé la escena. Nunca lo supo nadie, guarde silencio siempre pero preparé mi venganza. Había llegado la hora. La policía nunca supo del asesino. A mi me llevo mucho tiempo y dinero, hasta que cuadré todas las fichas y plaff!! salió la imagen casi de milagro. Di en el clavo. Transcurrí recorriendo la ciudad, como perro hambriento,observándolo todo,encasillando cada imagen,porque no iba a regresar precisamente a ese lugar.
A los dos días me dirigí al correo,  Allí estaba mi paquete,bien compuesto y pesado. Cerré bien la puertecilla y ,me dispuse a llegar a "mi cueva".Ya en mi espacio, sin prisa , me acerqué al escritorio ,abriendo aquello. Las fotos eran escalofriantes, pero nítidas. La cara de la victima había sido como extraída de la realidad hacia el vacío. Todo aquello sucedió y  era una verdad tan fuerte, tan fuerte que me ahogué de rabia. Solo una venganza irracional tenia que haber sido el causal ,pasando todas mis escenas pude, al fin ,darme cuenta de todo.
 Siempre me llamó la atención aquella viejecita diligente y amorosa que vivió en la casa contigua. Casi sin mirarme me comprendía, casi sin quererla empece a extrañarla. Sin proponérmelo estaba al tanto de ella, después de la guerra se quedó sola, con su gato,que también viejo como ella, solo dormía.
Un día comencé a visitarla. Algo me unía a aquella solitaria : su casa ordenada, impecable, sin polvo sobre sus muebles antiguos,solo con olor a flores . Me recordaba aquel día, vestidita de blanco con su falda larga y su blusa tejida. Siempre inmaculada. Con su sonrisa sencilla, me invitó a un mate. Nos sentamos conversando mucho de ella,de su vida ,de sus suenos hasta que quedó callada diciéndome:
.-¿Sabes qué fué lo peor que me golpeo el alma?: cuando perdí a mi hijo. Nunca sonreí mas, hasta que te conocí, me haces mucho bien.
Me interesó su historia,  y siempre en los finales me decía: "Lo que nunca he soportado son las moscas sobre la leche",no puedo describirte el asco que me dan!!!.
Y volví,a visitarla una y otra vez. Me fascinaban sus recuerdos y los tiempos atesorados en su hablar. Un día llegué sin avisar , era otra hora y otro día. La busqué por la casona y allí en un rinconcito estaba ella...horriblemente mutilada. La sangre estaba  casi ennegrecida sobre el piso. Su mesita con un gran charco de leche completamente lleno de moscas, también ,su gato viejo y leal murió junto a ella y Yo también morí por dentro.
Solo alguien muy cercano pudo saber de esto. Yo salí en silencio , mis investigaciones sobre el vecindario dieron resultado. Un sujeto llamado Trandeumond, vivió por cierto tiempo cerca, nunca tuvo amistades y desapareció al morir la viejecita..
Se escondió muy bien, pero capté su confianza logrando sacarle aquellas fotos que El mismo había fotografiado después de matarla. Sin misericordia alguna., comprándoselas con el pretexto de hacer una historia. Después de quince anos,¿quién recordaría a la pobre anciana ?
Calcularon mal.Yo me acordaba de ella. Del tiempo que me dedicaba y del amor que me dio.. Siempre la recordare.
Traundeumond  era de ascendencia europea  y   adoraba el comer bien, especialmente los dulces finos. Me llegue a la mejor pastelería ordenando una colección de los mas delicados pasteles franceses. El precio no me importó nada.  Luego de  introducir cuidadosamente  en cada uno de ellos  un poco de cianuro, finalmente los empaquete con papel de regalo, y salí a buscar un taxi. Me dirigí  a la casa del buen fotógrafo y asesino.
La  señora mayor que antes me había recibido volvió a hacerlo  cabizbaja y sombría Le dije que el regalo era para el Señor T. por su buen trabajo y también dejé un sobre pequeño con dinero para ella en sus manos.
    Esa misma tarde emprendí  vuelo hacia donde siempre pensé visitar. Bellos paisajes, un Cristo inmenso con sus brazos abiertos,  su música pegajosa llena de colorido y ritmo, a lo lejos escondidas como con culpa, estaban las favelas , barrio de pobreza , terribles agonías.
Desde mi hotel podía sentir aquella maravillosa ciudad de tantas historias y bellas melodías de enamorados. Sucedieron semanas y  retorné a la pequeña ciudad, donde esperaba "mi cuevita". Con pasos cansados pero ligeros,entre al  estudio. Todavía por la Media comentaban de un hombre envenenado en un suburbio de barriadas misteriosas. A nadie le sorprendió pues el sujeto tenia sus "cuentas pendientes" sin cobrar, menos la mia, porque la pasé a tiempo, primero que los demas.
Nadie sabia de mi y dormí con satisfacción aquella noche,como soldado con deber cumplido.

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